Nerea Macario. A menudo tratamos de llegar a las propias emociones a través de los pensamientos. Le damos “vueltas” en la cabeza a lo que sentimos hasta que terminamos por darnos cuenta de que con nuestro pensamiento conseguimos influir poco en nuestras emociones. Especialmente si se trata de “huellas” o “heridas” emocionales que parecen haber quedado atrapadas, cosas del pasado que nos siguen afectando en el presente y que parecen escapar a nuestra inteligencia. Es posible que la solución no parta de nuestra mente sino de nuestro cuerpo.
Si nos paramos a pensarlo por un momento, en el origen de cualquier malestar emocional estuvieron implicados, además de los pensamientos, imágenes, sonidos, olores, emociones, sensaciones corporales y convicciones sobre uno mismo. El cuerpo tiene gran protagonismo en cualquier experiencia, aunque no seamos conscientes de ello. Incluso aunque no tengamos claros recuerdos en nuestra mente, el cuerpo guarda otro tipo de recuerdos, hasta el punto de que, en cierto sentido, podemos hablar de la memoria del corazón. Este es el fundamento del método EMDR y de una línea de terapia psicológica: la llamada Psicoterapia Sensoriomotriz. Se trata de un método que puede resultar muy eficaz para el tratamiento de traumas, ya sean de gran o de pequeña índole.
En lugar de atender a los hechos o a la “historia” que está en el origen del trauma, partimos de la experiencia corporal: el cuerpo como “punto de entrada”. Tal como lo describe un referente mundial como es el Sensorimotor Psychotherapy Institute dirigido por la doctora Pat Ogden (en cuya doctrina y prácticas baso este artículo), «atendemos a cómo el cuerpo procesa la información y su interrelación con las emociones y el sentido que se le otorga a nivel cognitivo».
El trauma y el cuerpo
El trauma psicológico es una experiencia única para un individuo concreto. Todos tenemos una capacidad para asimilar o “digerir” las experiencias emocionales. Sin embargo, cuando una experiencia es tan fuerte que sobrepasa nuestra capacidad de integración, se origina un trauma. El trauma desborda la capacidad de mantener una consciencia del presente (algo que ocurrió en el pasado nos afecta casi como si estuviera ocurriendo hoy), de asimilar los sentimientos y darle un sentido (cognitivo) a la experiencia. O bien lo que puede ocurrir es que el recuerdo de lo vivido se perciba como una amenaza a nuestra seguridad, provocando respuestas instintivas de defensa. Es decir, que cualquier cosa que nos recuerde aquel suceso, bien a través del pensamiento o de sensaciones, puede provocar que respondamos exageradamente; o, al contrario, que nos quedemos paralizados por el miedo.
En la psicoterapia basada en las capacidades sensoriales y motrices, en lugar de hablar sobre las experiencias, ayudamos al paciente a describir experiencias en palabras simples y le enseñamos a ser consciente de movimientos, posturas o sensaciones del presente que están vinculadas con la experiencia. En lugar de interpretar experiencias, se enseña al paciente a analizar la interacción de pensamientos, emociones, sensaciones corporales y movimientos para abandonar sus reacciones dañinas vinculadas con el trauma y sustituirlas por otras que le permitan plena consciencia del momento presente. A partir del cuerpo alcanzamos las emociones por una vía que, al contrario de lo que pueda parecer, es más directa que el pensamiento y las palabras.
Sobre Nerea Macario
Psicóloga directora del centro de psicoterapia Neitú Psicología, está especializada en la psicoterapia EMDR con el título de Clínico EMDR acreditado por la Asociación EMDR España por la que ha obtenido formación avanzada en diversos trastornos en adultos, niños y adolescentes.
Ejerce como psicóloga desde el año 2012 con el objetivo de mejorar la vida de las personas ayudándolas a encontrar herramientas para mejorar su vida.
Puedes ver su perfil en LinkedIn, Twitter o Facebook o leer sus artículos en el blog.
Lee también mi post: «La memoria del corazón»
Imagen del post: Pixabay.com