La memoria del corazón @NereaMacario

Pulsaciones - Antena 3

Nerea Macario. El corazón y el cerebro mantienen una interesante relación que afecta a cada instante de nuestra vida y, de forma muy especial, a nuestras emociones. Una relación íntima que requiere un equilibrio para que podamos mantener nuestro bienestar físico y emocional -que también están unidos-. Cardiólogos y psicólogos llevan décadas estudiando este fenómeno que está científicamente probado y que a su vez guarda aún muchos interrogantes. Como el siguiente: ¿el corazón tiene memoria?

El método de psicoterapia EMDR se basa, entre otras cosas, en esta relación. El fundamento es que al malestar emocional debemos llegar por vías que van más allá de los pensamientos y afectan a sensaciones, imágenes, olores… a la memoria en sentido amplio que guarda y retiene experiencias dolorosas. Experiencias del pasado que nos afectan hoy: nuestra mente nos dice que son cosas que quedaron atrás, que ya no forman parte de nuestra vida; pero nuestras emociones, a veces, contradicen lo racional. Es como si nuestro corazón guardara las experiencias dolorosas en su propia memoria.

La nueva serie ‘Pulsaciones’ de Antena 3 nos inquieta con la hipótesis de que el corazón puede guardar recuerdos. Inspirada por la serie, y motivada por mi actividad como psicóloga, quise poner algo de luz sobre el tema en un artículo que recientemente publicó, en la sección de Opinión, el diario El Norte de Castilla.

Espero que lo disfrutéis y no dudéis en plantear vuestros comentarios.

*Imagen: Antena 3

20170118 El Norte de Castilla - El corazón tiene memoria - Nerea Macario

20170118 El Norte de Castilla – El corazón tiene memoria – Nerea Macario

¿TIENE MEMORIA EL CORAZÓN?

El Norte de Castilla | Nerea Macario, psicóloga, Clínico EMDR en Neitú Psicología

Publicado originalmente en la sección de Opinión el 18 de Enero de 2017

Una serie de televisión que ha comenzado en los últimos días nos sitúa ante una apasionante hipótesis: ¿puede el corazón almacenar recuerdos? El protagonista de la serie, que recibe un corazón trasplantado tras un colapso cardíaco, comienza a revivir recuerdos concretos del donante, recuerdos que le atormentan, como pesadillas estando despierto, tan claros que incluso le conducen hasta él… y no sigo para no convertir este artículo en un spoiler.

Desde luego es una romántica “excusa” para escribir el guion de la serie –como reconoce el actor que encarna al cordial donante-. Afortunadamente, debemos circunscribirlo al ámbito de la fantasía. Es verdad que las células del corazón tienen un tipo de “memoria” relacionada con el sistema inmunológico. Sin embargo, la memoria que llamamos “cognitiva”, que es la responsable de los recuerdos, reside únicamente en el cerebro. Y lo que consideramos “vida” también reside en el cerebro, de modo que la muerte cerebral permite el trasplante de un órgano vivo –tal como lo explicaba en una ocasión el coordinador de la organización que con tanto éxito gestiona los trasplantes en España-.

Es cierto que en el mundo occidental le damos mucha importancia al corazón en el terreno de las emociones –aunque es una importancia que solemos relegar a nuestro lenguaje-. Por lo que he leído, no suelen producirse cambios de personalidad en el trasplantado. No obstante, un trasplante de corazón debe ser un momento muy intenso emocionalmente que puede exacerbar sensaciones. En Estados Unidos la legislación permite conocer la identidad del donante (al contrario que en España, donde se garantiza el anonimato) y es posible que esto haya llevado a casos que hayan dado pie a esta leyenda de la memoria del corazón; como cuando vemos fotos de cuando éramos muy pequeños y terminamos creyendo que recordamos esa etapa.

A mí, el argumento de la serie y la leyenda evocadora, me sirven para introducir un tema que sí es científico y que es tan importante para la vida que cuesta creer que no esté más presente en nuestras lecturas y nuestras enseñanzas domésticas: el corazón y el cerebro están íntimamente ligados, e influyen, a cada instante, el uno en el otro. Le dijo el zorro a El principito: “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien”.

Decimos que se nos “parte el corazón” cuando sufrimos pérdidas sentimentales; a menudo podemos constatar el deterioro físico, e incluso, más allá de la novela, no es infrecuente que la vida se extinga cuando, tras muchos años, nos abandona para siempre el ser amado. Antes podía parecer una coincidencia que no era tenida en cuenta por los científicos. Sin embargo, ya en los años 80 psicólogos y cardiólogos se unieron para estudiar un fenómeno que hoy es indiscutible: corazón y cerebro están íntimamente unidos; por eso, por ejemplo, alteraciones cerebrales como el estrés pueden llegar a suponer mayor riesgo para el corazón que hábitos perjudiciales como el tabaquismo.

Puede que el corazón no guarde recuerdos de pensamientos pero sí cuenta con grupos de neuronas capaces de modificar su comportamiento atendiendo a las distintas percepciones en cada momento. También segrega sus propias hormonas, como adrenalina para acelerar su ritmo u oxitocina, la hormona del amor, y que actúan directamente sobre el cerebro. El equilibrio necesario entre corazón y cerebro tiene una explicación fisiológica: el sistema nervioso autónomo, que regula el funcionamiento de nuestros órganos –de forma involuntaria e inconsciente- cuenta con dos ramales, uno que acelera el ritmo cardíaco (llamado simpático, para atender situaciones de emergencia) y otro que le devuelve la calma (denominado parasimpático). De esta forma, los mamíferos podemos adaptarnos a las situaciones externas cambiantes en cada momento.

La relación entre cerebro y corazón la mide la frecuencia del ritmo cardíaco. Al contrario de lo que podemos creer, el intervalo entre dos latidos nunca es igual y es señal de una sintonía saludable de adaptación a las circunstancias. Cuando, sin embargo, sufrimos una aceleración exagerada del corazón como, por ejemplo, por un ataque de ansiedad, es síntoma de que el sistema responsable de la relajación no está funcionando.

¿El corazón no tiene memoria? Es verdad que las emociones se sienten con el cuerpo, antes de percibirse con el cerebro, y que en eso tiene mucho que “ver” y “decir” el corazón. Y por eso es difícil curar un malestar emocional sólo desde el pensamiento, porque en su origen estuvieron implicadas, además de los pensamientos, imágenes, sonidos, olores, emociones, sensaciones corporales y convicciones sobre uno mismo. Todos quedaron anclados en el cerebro emocional, desconectado, en ocasiones, del conocimiento racional.

Por eso algunos psicólogos recurrimos a métodos como EMDR que ayudan a llegar a la base de una mala experiencia del pasado que nos está condicionando en el presente. El corazón no tiene memoria pero a través de él conseguimos liberar recuerdos, en todas sus dimensiones, para superar el malestar emocional y acceder a una vida de mayor calidad… ¡sin necesidad de recurrir a un corazón nuevo!

Sobre Nerea Macario

Foto perfil Nerea MacarioPsicóloga directora del centro de psicoterapia Neitú Psicología, está especializada en la psicoterapia EMDR con el título de Clínico EMDR acreditado por la Asociación EMDR España por la que ha obtenido formación avanzada en diversos trastornos en adultos, niños y adolescentes.
Ejerce como psicóloga desde el año 2012 con el objetivo de mejorar la vida de las personas ayudándolas a encontrar herramientas para mejorar su vida.

Puedes ver su perfil en LinkedIn, Twitter o Facebook o leer sus artículos en el blog.

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